Del trazo neoclásico al espíritu romántico

Organiza:

MUBAG

Lugar:

Primera planta.

Fechas

Desde el 17 de enero de 2024

Comisario:

María José Gadea Capó

La muestra Del trazo neoclásico al espíritu romántico completa la exposición permanente El siglo XIX. La colección a la luz. Situada en la zona del gabinete, sus más de sesenta piezas, nos transporta a dos momentos importantes culturales que marcaron el Alicante del siglo XIX. Por un lado, la creación de la Escuela de Dibujo del Consulado Marítimo y Terrestre, el primer centro oficial en impartir materias de bellas artes y en la que pasaron figuras de renombre que introdujeron a principios del siglo XIX el neoclasicismo en tierras alicantinas. Por el otro, el coleccionismo de arte de familias burguesas alicantinas que surgieron a mediados de siglo debido a la bonanza del comercio en la ciudad y vieron en los pintores románticos el estilo ideal para ser retratados.

El discurso, ideado por la comisaria y técnica de exposiciones, María José Gadea, narra el paso de los principales artistas de finales del siglo XVIII y principios del XIX por la escuela alicantina de dibujo para prepararse y poder optar a ingresar en las grandes academias españolas de San Fernando en Madrid y San Carlos en València. En la exposición se reúne obra de su primer director y también maestro, Vicente Suárez Ordóñez, junto a la de los alumnos más aventajados como José Aparicio, Vicente Rodes o José Peyret.

Con la llegada al trono de Isabel II se desarrolla en España la pintura romántica, caracterizada por aunar las enseñanzas rigurosas neoclásicas y los matices coloristas aplicados de manera más suelta de influencia francesa y del pintor Francisco de Goya. Este estilo fue el predilecto de la burguesía, como vemos en los ejemplos de los retratos de personalidades alicantinas, clientes que buscaban ser representados con sumo detalle y con aire moderno para presentarse ante la sociedad. Así encontramos un retrato de la colección de la familia Beltrán realizado por Antonio María Esquivel, uno de los máximos representantes del romanticismo español.

Durante la segunda mitad del siglo XIX, Francia marcará los cánones de estilo. Para entender la importancia de esta aportación la exposición presenta dos obras inéditas de artistas franceses como Eugène Quesnet, y un busto de Étienne Geoffroy Saint-Hilarie, profesor del Museo de Historia Natural y catedrático en Zoología, modelado por la destacada escultora Julie Charpentier, de la que se conservan dos obras en el Museo del Louvre. El depósito de esta pieza por parte de la familia España Guisolphe, supone la incorporación en la exposición permanente de la primera obra realizada por una mujer.

La exposición se completa con una vitrina dedicada a la miniatura-retrato. Estas pinturas realizadas a pequeña escala sirvieron para mantener vivo el recuerdo de personas queridas que, hasta la llegada de la fotografía, se consolidó como memoria patrimonial familiar. Más dos vitrinas en las que se muestran objetos personales de caballero y de señora que contextualizan la moda del momento y cuyos ejemplos se penden contemplar en algunos de los retratos expuestos.